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El club de los 27: ¿maldición, coincidencia o mito del rock?

By Actualidad, Curiosidades

Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Cobain, Amy Winehouse… ¿Por qué tantas estrellas murieron a los 27 años?

El “Club de los 27” es una de esas leyendas negras que circulan por la historia de la música como un susurro maldito. Una coincidencia macabra que, desde los años 70, ha encendido la imaginación de fans, biógrafos y conspiranoicos por igual: ¿por qué tantas grandes figuras del rock murieron exactamente a los 27 años?

La lista que da escalofríos

La nómina de integrantes del “club” es tan brillante como trágica:

  • Brian Jones, miembro fundador de los Rolling Stones, ahogado en una piscina en 1969.

  • Jimi Hendrix, el guitarrista que reinventó el sonido, muerto por sobredosis en 1970.

  • Janis Joplin, la voz rasgada del soul blanco, encontrada sin vida ese mismo año.

  • Jim Morrison, líder de The Doors, fallecido en una bañera de París en 1971.

  • Kurt Cobain, el icono grunge que se quitó la vida en 1994.

  • Amy Winehouse, devorada por su talento y sus adicciones en 2011.

Todos con algo en común más allá del genio: murieron a los 27 años. Y, más inquietante aún, en el pico de sus carreras.

¿Maldición o estadística?

La idea de una maldición resulta seductora, claro. Le da a la tragedia un aura mística, casi romántica. Pero lo cierto es que los sociólogos y epidemiólogos han desmentido que haya una concentración real y significativa de muertes de músicos a esa edad. Es una combinación de azar, narrativa y mucho morbo.

Eso sí, hay un factor innegable: el estilo de vida excesivo, el culto al genio atormentado y la presión del éxito precoz. Muchos de estos artistas vivieron demasiado rápido, rodeados de adicciones, exigencias, fragilidad emocional y una industria que no sabía —ni quería— poner límites.

El mito funciona porque queremos que funcione

El Club de los 27 tiene todo lo que una buena historia necesita: héroes trágicos, juventud, muerte, talento desbordante y un número mágico. Nos permite encajar la pérdida en una narrativa más grande, convertir la desgracia en símbolo. Y nos recuerda que, a veces, la genialidad y la destrucción van de la mano.

Pero también oculta algo: la responsabilidad de una industria que glorifica la autodestrucción y una sociedad que sigue confundiendo sufrimiento con autenticidad.

El Club de los 27 no es un club real. No hay carnet, ni entrada, ni estatutos. Solo hay una sucesión de vidas brillantes que ardieron demasiado pronto.

Y aunque el número sea casual, la pregunta sigue abierta: ¿cuántas carreras hubieran cambiado la historia si alguien hubiera frenado el mito a tiempo?