Cuando el genio musical no tiene sentido estético
Hay discos que parecen concebidos para embellecer las estanterías. Obras maestras del diseño que se convierten en iconos antes incluso de que suene la primera nota. Pero luego está el otro extremo: esos álbumes que, por mucho que queramos negarlo, tienen portadas absolutamente infames. ¿Es una injusticia estética o una casualidad afortunada? Lo cierto es que algunos de los discos más influyentes de la historia han llegado al mundo con envoltorios que rozan lo incomprensible.
Hablamos de atrocidades gráficas que harían que un diseñador se llevase las manos a la cabeza, pero que, paradójicamente, esconden en su interior auténticas joyas sonoras. Discos que marcaron generaciones y que han superado la barrera del tiempo, a pesar de una elección visual que resulta, cuanto menos, cuestionable.
Aquí algunos ejemplos de discos magistrales con portadas que parecen el resultado de una apuesta perdida.
1. The Rolling Stones – Dirty Work (1986)
Una explosión de neón que nadie pidió
Sabemos que los años 80 fueron una década de excesos cromáticos y decisiones cuestionables en el mundo del diseño, pero Dirty Work de los Rolling Stones se lleva la palma. En una portada que parece sacada de un catálogo de ropa de gimnasio barato, vemos a la banda vestida con colores fluorescentes, posando de forma que deja entrever más incomodidad que actitud rockera.
🎸 Lo que hay detrás: Musicalmente, Dirty Work es un álbum infravalorado, con temas como One Hit (To the Body) que demuestran que los Stones, incluso en su peor época, aún sabían rockear con elegancia.
2. The Beatles – Magical Mystery Tour (1967)
Cuando el LSD se convierte en diseño gráfico
The Beatles nos dieron algunas de las portadas más icónicas de la historia, pero con Magical Mystery Tour se pasaron de psicodelia. En una mezcla de disfraces absurdos, colores chillones y una tipografía que parece sacada de un folleto de feria, la portada es un absoluto desastre visual.
🎶 Lo que hay detrás: Pese a todo, el disco es una maravilla. Incluye temas inmortales como Strawberry Fields Forever y I Am the Walrus, confirmando que la calidad musical no siempre necesita una imagen a la altura.
3. Black Sabbath – Born Again (1983)
El bebé demoníaco que nadie pidió
Si hay una portada que provoca escalofríos por razones equivocadas, es la de Born Again de Black Sabbath. Un bebé diabólico de piel roja con ojos amarillos sobre un fondo morado, con un diseño que parece sacado de un cómic de terror de los 80 mal impreso.
🤘 Lo que hay detrás: Este disco, con Ian Gillan de Deep Purple como vocalista, tiene algunos de los riffs más poderosos de la banda, aunque su portada parezca más bien la broma de un becario con Photoshop.
4. Weezer – Hurley (2010)
¿Una portada o una foto aleatoria de internet?
Weezer ha tenido portadas icónicas (The Blue Album, Pinkerton), pero Hurley es directamente inexplicable. La banda decidió que lo mejor para ilustrar su disco era una foto de Jorge García, el actor que interpretó a Hurley en la serie Lost. Sin título, sin contexto, sin explicación.
🎵 Lo que hay detrás: Aunque no es su mejor disco, Hurley tiene momentos brillantes, con un Weezer enérgico que recuerda a sus mejores años. Lástima que la portada parezca un meme mal entendido.
5. King Crimson – In the Court of the Crimson King (1969)
Terror en vinilo
Es, sin duda, uno de los discos más importantes del rock progresivo. Pero esa cara demente en la portada sigue atormentando a generaciones de oyentes. Diseñada por Barry Godber, la ilustración refleja el caos y la locura que se respiran en la música del disco, pero eso no quita que siga siendo una de las imágenes más inquietantes que jamás haya adornado un vinilo.
🎼 Lo que hay detrás: Musicalmente, este disco es intocable. Una obra maestra que definió el rock progresivo y que sigue siendo influyente hoy en día.
¿Importa realmente la portada?
Si algo nos enseñan estos ejemplos es que una mala portada no puede arruinar un gran disco. Algunos de los álbumes más legendarios de la historia han sobrevivido a decisiones gráficas cuestionables, demostrando que, al final, lo que importa es la música.
Eso sí, un buen diseño nunca está de más. Después de todo, ¿cuántos discos podrían haber alcanzado aún mayor impacto si hubiesen contado con una portada a la altura de su sonido?